El trabajo es un factor determinante de la igualdad de género y la independencia económica de las mujeres, pero también es importante para toda la economía. Un estudio de la OCDE muestra que reducir a la mitad la diferencia de género en el empleo podría llevar a una ganancia adicional del seis por ciento del PIB en 2030.
El 62 por ciento del crecimiento de empleo antes de la crisis se debió a un aumento de la participación laboral femenina. Sin embargo, los patrones de empleo de las mujeres están fuertemente conectados a la maternidad. Una de las cuestiones clave en el aumento de la participación laboral de las mujeres es, pues, la compatibilidad de la crianza de los hijos y el empleo.
En Eslovaquia, donde las madres de niños pequeños participan menos en el trabajo remunerado fuera del hogar, la brecha de empleo entre las madres y otras mujeres es 42,2 puntos porcentuales. Del mismo modo las grandes diferencias se encuentran en Hungría y República Checa, lo que demuestra que aún hay un gran potencial de mejora en el empleo.
Sorprendentemente, algunos países donde las mujeres normalmente tienen altas tasas de empleo, existen bajas tasas de participación de las madres con niños pequeños; Finlandia, Alemania y el Reino Unido destacan especialmente. En el otro extremo, Suecia, Dinamarca y Eslovenia ilustran cómo combinar trabajo y familia puede ser posible para las madres.
Las normas culturales y sociales afectan en parte la elección de los padres. Diferentes políticas sociales, fiscales y de mercado de trabajo, a partir de los acuerdos de licencia y los incentivos financieros a la disponibilidad de servicios de guardería así como la flexibilidad de la jornada laboral, explican la variación entre países en el empleo de las madres.
Si los países quieren promover la igualdad de género y hacer un mejor uso de todo su potencial en el mercado laboral, las políticas familiares deben jugar un papel crucial. Por otra parte, el papel del padre en el equilibrio de las responsabilidades laborales y familiares necesita ser mejor reflejados en estas políticas. Las políticas familiares, recuerda el informe, no deben implicar sólo a las mujeres.