Europa está envejeciendo. Más de 130 millones de personas en la Unión Europea, o alrededor de un cuarto de la población total, reciben una pensión. En general, los sistemas nacionales de pensiones se aseguran de que los ciudadanos de más edad reciban un ingreso estable después del final de su vida laboral y no se vean amenazados por la pobreza. De hecho, el riesgo de ser pobre en la UE es menor entre las personas de edad por encima de los 65 años, en comparación con la población por debajo de esa edad.
Sin embargo, aunque las personas mayores están muy bien protegidas contra la pobreza, existen claras diferencias entre hombres y mujeres en gran parte de la UE. Las mujeres por encima de los 65 años se enfrentan a un mayor riesgo de pobreza o exclusión social que sus homólogos masculinos. Para la UE en su conjunto, esta brecha de género asciende a más de cuatro puntos porcentuales para las personas entre 65 y 74 años de edad, y aumenta a más de seis puntos porcentuales para los mayores de 75 años de edad.
En todos los Estados miembros, el ingreso promedio de pensiones de una mujer es actualmente inferior que el de un hombre. Para la UE en su conjunto, la pensión media de las mujeres se sitúa en el 60% de la pensión media de los hombres en el año 2012. Las brechas sustanciales en las pensiones reflejan las brechas de género en la remuneración, horas de trabajo y la duración de vida laboral, y estas diferencias salariales pueden llevar a diversas formas de segregación y discriminación de género.
La prevención de estos riesgos requiere medidas específicas dentro de los sistemas de pensiones, como las pensiones mínimas y las prestaciones de supervivencia.
La Comisión Europea ha establecido una Agenda Europea para la adopción de pensiones adecuadas y sostenibles en el Libro Blanco de 2012 sobre las pensiones. Para leer mucho más sobre la suficiencia de ingresos actual y el futuro de la vejez en la UE, consulte elinforme de 2015 recientemente publicado.