Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada año el 8 de marzo, Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, publica una selección de datos sobre los hombres y las mujeres con respecto a su situación en el mercado laboral que, una vez más, constata las diferencias cuantitativas y cualitativas entre el trabajo realizado por ellos y el que ellas desempeñan.
Eurostat, con motivo del Día Internacional de la Mujer, ha hecho público un informe que refleja la comparación entre la situación laboral de mujeres y hombres en la UE. Este informe revela, en primer lugar, que en 2014 la brecha salarial de género en la UE se situó en el 16,1 %, lo que implica que por cada euro ganado por un hombre las mujeres ganaron, en promedio, 84 céntimos.
Sin embargo, las diferencias entre hombres y mujeres en el mercado laboral no sólo se refieren a las discrepancias salariales, sino también, y de forma concurrente, al tipo de contrato que se les aplica. En el año 2014, mientras que el porcentaje de empleo a tiempo parcial para las mujeres europeas de 25 a 49 años que no tienen hijos se situó en el 20 %, esta proporción se redujo al 8,2 % para los hombres en el mismo grupo de edad sin hijos, suponiendo una diferencia de 11.8 puntos porcentuales (pp). La brecha se amplió a 26,2 pp de diferencia entre las mujeres y los hombres con un solo hijo, aumentando hasta 34,4 puntos de diferencia para quienes tienen 2 hijos y alcanzando los 38,1 pp de diferencia para aquellos con 3 o más hijos.
En cualquier caso, con o sin hijos, las mujeres tienen más probabilidades de trabajar a tiempo parcial que los hombres en casi todos los Estados miembros de la UE. La brecha se ensancha, no obstante, con el número de hijos de manera que casi la mitad de las mujeres (45,1 %), con al menos tres niños estaban trabajando a tiempo parcial, frente al 7,0 % para los hombres en la misma situación.
En otras palabras, a nivel de la UE, cuantos más hijos tenga una mujer, más probable es que trabaje a tiempo parcial, mientras que la tendencia en el caso de los hombres es la contraria, al menos con los dos primeros hijos. Esta orientación general se observa en la gran mayoría de los Estados miembros, con porcentajes que varían desde menos del 5% en Eslovenia o Malta hasta más del 20% en Estonia, Austria, República Checa, Alemania y Eslovaquia.