Un nuevo estudio publicado por la Red Europea de Expertos en Economía y Educación (EENEE, por sus siglas en inglés) analiza la importancia de la educación como un instrumento para la integración económica de la población inmigrante.
La Red Europea de Expertos en Economía y Educación ha publicado un estudio en el que se ahonda en el papel de la educación a la hora de integrar a las personas inmigrantes en los países de acogida. Dicho estudio aborda la materia a través del análisis desde cuatro perspectivas diferentes:
– Comparación entre los logros educativos de la primera y segunda generación de inmigrantes en Europa y EEUU.
– Examen de la manera en la que las habilidades lingüísticas afectan a los resultados académicos y a la integración de los inmigrantes.
– Acercamiento a cómo la organización de los centros educativos y las características del profesorado influyen en los resultados escolares de los niños inmigrantes y nativos.
– Discusión sobre si la educación superior puede afectar a las actitudes de la población nativa hacia los inmigrantes y, por lo tanto, favorecer su integración.
Si bien es cierto que, según los datos proporcionados, se aprecia que la primera generación de inmigrantes en Europa tiene, en su mayoría, un nivel educativo algo más bajo que los nativos, hay una gran heterogeneidad entre los distintos países. Por su parte, los inmigrantes de segunda generación obtienen normalmente mejores resultados que aquellos de primera generación.
Se analiza asimismo el desempeño de los estudiantes en tests internacionales, evidenciándose que, en líneas generales, los niños que proceden de familias de origen inmigrante muestran peores resultados que los nativos. Mientras que en algunos países, como Dinamarca y Francia, esta diferencia se explica casi por completo por las diferencias socioeconómicas, en otros (Finlandia, Austria, Bélgica o Portugal) los factores que conducen a esa brecha son más complejos y tienen su origen también más allá de las condiciones socioeconómicas. Entre los factores que pueden explicar estas diferencias entre los datos educativos de inmigrantes y nativos, el estudio incluye el conocimiento de la lengua del país de acogida. A través del análisis de bibliografía al respecto, el estudio destaca la importancia de las habilidades lingüísticas para la integración de los inmigrantes y apunta al hecho de que quizás los retos que afrontan los países europeos podrían estar cambiando teniendo en cuenta que se observa que las dificultades de integración son mucho menores cuando se trata de países de acogida con un alto porcentaje de inmigrantes que ya hablan la lengua local.
En cuanto a la educación preescolar, aunque parece ser beneficiosa para los niños migrantes, se detecta en el seguimiento a largo plazo que solo produce efectos positivos en niños que carecen de competencias en el idioma nacional. Y en lo que se refiere a la combinación entre los estudiantes y las características del maestro, los resultados existentes apuntan a la importancia de evitar actitudes estereotipadas por parte de los profesores. La implantación de programas de formación específicos orientados a estos objetivos y la contratación de profesores de origen inmigrante representan herramientas útiles para alcanzar este objetivo.
También se hace una especial referencia a la composición dentro de las aulas, respecto a lo cual los resultados sugieren que los estudiantes procedentes de familias inmigrantes se ven afectados negativamente por la presencia de otros estudiantes inmigrantes en la clase o en la escuela. Por su parte, respecto a los estudiantes nativos los resultados son más controvertidos, ya que existen diferencias en función de los estudios a los que se acuda.
En líneas generales, el estudio gira en torno a la idea de que la educación es de gran relevancia a la hora de perfilar las actitudes que los ciudadanos de los países de acogida tienen hacia los inmigrantes, constatándose que lleva a tener una actitud más positiva hacia esta parte de la población.