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En política, la primavera no siempre trae alivio. Mientras nuestras ciudades (y alergias) florecen y se alargan las tardes, en Bruselas se siguen los acontecimientos internacionales con renovada preocupación. La guerra de Ucrania continúa sin horizonte claro de paz, y la amenaza de una nueva guerra comercial con Estados Unidos planea sobre la economía global. La sensación de inestabilidad es palpable en cada reunión. Pero también lo es la determinación europea para responder a cada uno de estos desafíos.
La reunión extraordinaria del Consejo Europeo ha dejado una imagen significativa: veintiséis de los veintisiete líderes europeos respaldando con claridad al presidente Zelenski. Un apoyo casi unánime, que refleja también un consenso estratégico sobre lo que nos jugamos: la paz del continente, claro, pero también nuestro modelo democrático europeo.
El Parlamento Europeo, por su parte, ha pedido actuar con urgencia. No solo ante Rusia, sino también frente a sus aliados y a la creciente desinformación que erosiona la confianza ciudadana. Al mismo tiempo, la Comisión ha presentado un ambicioso Libro Blanco para la Defensa Europea y anunciado un paquete de 800.000 millones de euros para impulsar las capacidades de defensa en los Estados miembros. El plan se ha bautizado como ReArm Europe y su objetivo es claro: consolidar una verdadera autonomía estratégica de la UE para 2030. La pregunta ahora sobre la mesa es cómo se financiará, con qué prioridades, y cómo se garantizará que esta apuesta por la seguridad no vaya en detrimento de otras urgencias sociales.
Y mientras, el cambio de Administración al otro lado del Atlántico sigue produciendo olas de marejada en nuestra orilla del charco. La UE intenta navegar este ciclo con firmeza, evitando caer en una lógica de bloques enfrentados, pero con todas las respuestas alternativas preparadas si las negociaciones fracasan. Frente al clima creciente de tensión, un mismo mensaje recorre todas las capitales europeas: la respuesta debe ser coordinada y desde la unidad europea. El otro día oí decir que cuando a un barco le toca ir contra el viento, navega más estable. Continuemos con este rumbo.