Discurso sobre el estado de la Unión de 2022 pronunciado por la presidenta von der Leyen
Estrasburgo, 14 de septiembre de 2022
«Solo es auténtico el texto pronunciado»
La versión original del discurso está disponible aquí.
UNA UNIÓN QUE SE MANTIENE FUERTE Y UNIDA
INTRODUCCIÓN
Señora presidenta:
Señorías:
Conciudadanas y conciudadanos europeos:
Por vez primera desde su creación, este Parlamento celebra el debate sobre el estado de nuestra Unión mientras la guerra asola territorio europeo.
Todos recordamos aquella aciaga mañana de finales de febrero.
En todos los rincones de nuestra Unión, amanecimos sobrecogidos ante los sucesos que estábamos presenciando. Estremecidos ante el resurgir del implacable y cruel rostro del mal. Atormentados por el sonido de las sirenas y la cruda brutalidad de la guerra.
Pero, desde ese mismo momento, todo un continente se alzó en un movimiento solidario.
Al otro lado de los pasos fronterizos, donde los refugiados hallaron cobijo. En nuestras calles, cuajadas de banderas ucranianas. En las aulas, donde los escolares ucranianos han hecho nuevos amigos.
Desde ese mismo momento, los europeos ni se escondieron ni vacilaron.
Sacaron fuerzas para hacer lo que tenían que hacer.
Desde ese mismo momento, toda nuestra Unión ha estado a la altura de las circunstancias.
Hace quince años, cuando estalló la crisis financiera, tardamos años en encontrar soluciones duraderas.
Una década más tarde, cuando nos golpeó una pandemia mundial, reaccionamos en solo unas semanas.
Pero este año, en cuanto el ejército ruso cruzó la frontera de Ucrania, nuestra respuesta fue unánime, resuelta e inmediata.
Es algo de lo que tenemos que sentirnos orgullosos.
Hemos conseguido que vuelva a aflorar la fuerza interior de Europa.
Una fuerza que nos hará mucha falta. Los meses que se avecinan no serán fáciles. Ni para las familias que tienen dificultades para llegar a fin de mes, ni para las empresas que han de tomar decisiones críticas sobre su futuro.
Seamos claros: hay mucho en juego. No solo para Ucrania, sino para toda Europa y para el resto del mundo.
Nos van a poner a prueba. Nos van a poner a prueba quienes desean explotar cualquier tipo de división en nuestro seno.
No se trata solo de una guerra declarada por Rusia a Ucrania.
Es una guerra contra nuestra energía, contra nuestra economía, contra nuestros valores y contra nuestro futuro.
Es la guerra de la autocracia contra la democracia.
Y hoy comparezco aquí con la convicción de que, gracias a nuestro valor y a nuestra solidaridad, Putin fracasará y Europa vencerá.
EL VALOR DE LA SOLIDARIDAD CON NUESTROS HÉROES
Señorías:
Hoy el valor tiene un nombre, y ese nombre es Ucrania.
El valor tiene un rostro, y es el de las mujeres y los hombres ucranianos que resisten frente a la agresión rusa.
Recuerdo un momento, durante las primeras semanas de la invasión, en el que la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, reunió a los padres de los niños ucranianos asesinados por el invasor.
Cientos de familias para las que la guerra no terminará jamás y cuya vida nunca volverá a ser lo que era.
Vimos cómo la primera dama acompañaba a un grupo grande y silencioso de madres y padres destrozados, y cómo, juntos, colgaron campanillas en los árboles, una por cada pequeño muerto.
El viento hará sonar esas campanillas para siempre, como para siempre vivirán en nuestro recuerdo las víctimas inocentes de esta guerra.
Y ¡hoy está aquí con nosotros!
Querida Olena, hacía falta tener un inmenso valor para resistir a la crueldad de Putin.
Pero supiste hacer acopio de ese valor.
Ha surgido una nación de héroes.
Hoy, Ucrania resiste firmemente porque todo un país ha combatido, calle por calle, hogar por hogar.
Ucrania resiste porque valientes como tu marido, el presidente Zelenski, han permanecido en Kiev para liderar la resistencia, a tu lado y al lado de tus hijos, querida primera dama.
Has infundido valor a toda la nación. Y, como hemos visto en los últimos días, el coraje de los ucranianos está dando resultado.
Has dado voz a tu pueblo en la escena mundial.
Y nos has dado esperanza a todos.
Por eso, hoy queremos darte las gracias. A ti y a todos los ucranianos y ucranianas.
Gloria a una patria de héroes europeos. Slava Ukraini!
La solidaridad de Europa con Ucrania seguirá siendo inquebrantable.
Desde el primer día, Europa ha estado al lado de Ucrania. Con armas. Con fondos. Con su hospitalidad hacia los refugiados. Y con las sanciones más severas de la historia.
El sector financiero de Rusia está en estado crítico. Hemos excluido a tres cuartas partes del sector bancario ruso de los mercados internacionales.
Casi un millar de empresas internacionales han abandonado el país.
La producción de automóviles se ha reducido en tres cuartas partes en comparación con el año pasado. La falta de piezas de recambio está obligando a Aeroflot a aparcar sus aviones. Ante la falta de semiconductores, el ejército ruso está extrayendo chips de los lavavajillas y los refrigeradores para reparar el material militar. La industria rusa está en ruinas.
Y es el Kremlin quien está destruyendo la economía de ese país.
Tal es el precio del rastro de muerte y destrucción de Putin.
Quiero dejarlo muy claro: no vamos a levantar las sanciones.
Es el momento de mantenernos firmes y no de hacer política de apaciguamiento.
Lo mismo puede decirse de nuestra ayuda financiera a Ucrania.
Hasta la fecha, el Equipo Europa ha aportado más de 19 000 millones de euros en asistencia financiera.
Y eso, sin contar nuestra ayuda militar.
El nuestro es un apoyo a largo plazo.
La reconstrucción de Ucrania requerirá ingentes recursos. Por dar un ejemplo: los bombardeos rusos han dañado o destruido más de setenta escuelas.
Medio millón de niños ucranianos han empezado el curso escolar en la Unión Europea, pero muchos otros, que permanecen en Ucrania, no tienen siquiera aulas.
Así que quiero anunciar hoy que trabajaremos junto con la primera dama en favor de la rehabilitación de las escuelas ucranianas que hayan sufrido daños. Y, con tal fin, aportaremos 100 millones de euros. Porque el futuro de Ucrania empieza en sus escuelas.
No solo aportaremos ayuda financiera; además, capacitaremos a Ucrania para que explote su potencial al máximo.
Ucrania es ya un polo tecnológico emergente en el que recientemente han surgido múltiples empresas innovadoras.
Deseo por lo tanto que movilicemos toda la potencia de nuestro mercado único para contribuir a acelerar el crecimiento y crear oportunidades.
En el mes de marzo logramos conectar Ucrania a nuestra red eléctrica. Se trataba de una iniciativa prevista para 2024, pero la llevamos a cabo en dos semanas. Y, en estos momentos, Ucrania nos exporta electricidad. Quiero ampliar significativamente este comercio que redunda en beneficio mutuo.
Ya hemos suspendido los derechos de importación que se aplicaban a las exportaciones ucranianas a la UE.
Integraremos a Ucrania en nuestro amplio espacio europeo de itinerancia gratuita.
Nuestros corredores solidarios están siendo un gran éxito.
Apoyándose en todos esos logros, la Comisión trabajará junto con Ucrania para asegurar el acceso sin trabas de este país al mercado único, y viceversa.
Nuestro mercado único es uno de los grandes logros de Europa. Ha llegado el momento de que también lo sea para nuestros amigos ucranianos.
Por ese motivo, hoy mismo viajaré a Kiev para tratar detalladamente de esta cuestión con el presidente Zelenski.
Señorías:
Una de las enseñanzas de esta guerra es que teníamos que haber escuchado a quienes conocían a Putin.
A Anna Politkovskaya y a todos los periodistas rusos que expusieron sus crímenes y pagaron por ello el precio más alto.
A nuestros amigos en Ucrania, Moldavia y Georgia y a la oposición en Bielorrusia.
A las voces que se alzaban dentro de nuestra propia Unión, en Polonia, en los países bálticos, en toda Europa Central y Oriental.
Durante años estuvieron diciéndonos que Putin no pararía.
Y se prepararon para ello.
Nuestros amigos bálticos han hecho grandes esfuerzos para poner fin a su dependencia respecto de Rusia. Han invertido en energías renovables, en terminales de GNL y en interconectores.
Se trata de inversiones muy costosas, pero la dependencia respecto de los combustibles sólidos rusos sale mucho más cara.
Tenemos que salir de esta dependencia en toda Europa.
Con tal fin, hemos decidido adoptar un sistema de almacenamiento conjunto. Hemos llegado al 84 %, por lo que hemos rebasado nuestro objetivo.
Pero, por desgracia, eso no bastará.
Hemos diversificado nuestras fuentes de abastecimiento, sustituyendo a Rusia por proveedores más fiables: los Estados Unidos, Noruega, Argelia y otros.
El año pasado, el 40 % de nuestras importaciones de gas procedieron de Rusia. En estos momentos, la cifra se ha reducido al 9 % de gas de gasoducto.
Con todo, Rusia sigue manipulando activamente nuestro mercado de la energía. Prefieren quemar el gas a suministrarlo. El mercado ha dejado de funcionar.
Además, la crisis climática está pesando gravemente sobre nuestras facturas. Las olas de calor han disparado la demanda de electricidad. Las sequías han parado centrales hidroeléctricas y nucleares.
Como consecuencia, los precios del gas se han multiplicado por diez con respecto a los anteriores a la pandemia.
Llegar a fin de mes se está convirtiendo en una fuente de ansiedad para millones de empresas y hogares.
Pero los europeos también están haciendo frente con valor a esta situación.
Los trabajadores de ciertas fábricas de cerámica del centro de Italia han decidido modificar sus turnos y empezar a trabajar a primerísima hora para aprovechar los precios más baratos de la energía.
Imaginemos a aquellos que sean padres o madres y que tengan que salir de casa muy temprano, cuando sus hijos aún duermen, a causa de una guerra que no han escogido.
Este no es sino uno de los innumerables ejemplos de cómo los europeos se están adaptando a esta nueva realidad.
Quiero que nuestra Unión siga el ejemplo de estas personas. La reducción de la demanda durante las horas punta prolongará la duración del suministro y abaratará los precios.
Por eso hemos propuesto medidas para que los Estados miembros reduzcan su consumo global de energía.
Pero se necesitan ayudas más específicas.
Para algunas industrias, como las fábricas de vidrio que han tenido que apagar sus hornos. O para las familias monoparentales que se ven abrumadas ante la sucesión de facturas que tienen que pagar.
Millones de europeos necesitan ayuda.
Los Estados miembros de la UE han invertido ya miles de millones de euros en asistencia a los hogares vulnerables.
Pero sabemos que no será suficiente.
Por ello, proponemos limitar los ingresos de las empresas que producen electricidad a bajo coste.
Estas empresas están obteniendo unos ingresos con los que no contaban, con los que ni siquiera soñaban.
En nuestra economía social de mercado, los beneficios son positivos.
Pero en los tiempos en los que vivimos no puede ser que algunos obtengan unos beneficios extraordinarios y sin precedentes gracias a la guerra y a costa de los consumidores.
En estos momentos, los beneficios deben compartirse y canalizarse hacia quienes más los necesitan.
Nuestra propuesta recaudará más de 140 000 millones de euros que permitirán a los Estados miembros amortiguar el golpe de manera directa.
Y debido a que estamos inmersos en una crisis de combustibles fósiles, la industria de los combustibles fósiles también tiene una obligación especial.
Las grandes empresas de petróleo, gas y carbón también están obteniendo enormes beneficios. Y por eso tienen que pagar una parte equitativa: tienen que aportar una contribución contra la crisis.
Todas estas son medidas de emergencia y temporales en las que estamos trabajando, incluido el debate sobre la limitación de precios.
Es necesario que sigamos trabajando para reducir los precios del gas.
Tenemos que garantizar la seguridad del suministro y, a la vez, nuestra competitividad a escala mundial.
Para ello, desarrollaremos con los Estados miembros un conjunto de medidas que tengan en cuenta la naturaleza específica de nuestra relación con los proveedores, desde los menos fiables, como Rusia, hasta los amigos en los que se puede confiar, como Noruega.
En ese sentido, he acordado con el primer ministro Store crear un grupo de trabajo cuyos equipos ya están manos a la obra.
Hay otro tema importante en el orden del día. Hoy, nuestro mercado del gas ha cambiado radicalmente: ha pasado de depender principalmente del gas de gasoducto a recurrir a cantidades cada vez mayores de GNL.
Sin embargo, el índice de referencia utilizado en el mercado del gas —el Servicio de Transferencia de Títulos (TTF, por sus siglas en inglés)— no se ha adaptado.
Por ello, la Comisión trabajará para establecer un índice de referencia más representativo.
Al mismo tiempo, también sabemos que las empresas energéticas se enfrentan a graves problemas de liquidez en los mercados de futuros de electricidad, lo que pone en peligro el funcionamiento de nuestro sistema energético.
Trabajaremos con los reguladores del mercado para aliviar estos problemas modificando las normas sobre las garantías y adoptando medidas para limitar la volatilidad intradiaria de los precios.
Y en octubre, modificaremos el Marco Temporal relativo a las medidas de ayuda estatal a fin de permitir que se concedan garantías estatales preservando unas condiciones de competencia equitativas.
Todo ello constituye un primer paso. Pero, al tiempo que nos enfrentamos a esta crisis inmediata, también debemos mirar hacia el futuro.
La configuración actual del mercado de la electricidad, basada en el orden de mérito, ha dejado de ser justa para los consumidores.
Estos deberían aprovechar los beneficios de las energías renovables de bajo coste.
Por lo tanto, tenemos que desligar la influencia dominante del gas sobre el precio de la electricidad. Para ello, llevaremos a cabo una reforma profunda e integral del mercado de la electricidad.
Les hablaré ahora de una cuestión fundamental. Hace medio siglo, en la década de 1970, el mundo se enfrentaba a otra crisis de combustibles fósiles.
Algunos recordamos los fines de semana sin coches que tenían como objetivo ahorrar energía. Y sin embargo, seguimos circulando por la misma carretera.
No eliminamos nuestra dependencia del petróleo. Y lo que es peor aún, los combustibles fósiles recibieron subvenciones masivas.
Todo ello fue negativo, no solo para el clima, sino también para nuestras finanzas públicas y para nuestra independencia. Y hoy en día seguimos pagando las consecuencias.
Solo unos pocos visionarios entendieron que el verdadero problema, más allá de los precios, eran los propios combustibles fósiles.
Entre ellos se encontraban nuestros amigos daneses.
Cuando estalló la crisis del petróleo, Dinamarca comenzó a invertir de forma decidida con el fin de aprovechar la energía eólica.
Sentaron las bases de su liderazgo mundial en el sector y crearon decenas de miles de nuevos puestos de trabajo.
¡Ese es el camino que hay que seguir!
No se trata de poner parches, sino de cambiar el paradigma y saltar hacia el futuro.
MANTENER EL RUMBO Y PREPARARSE PARA EL FUTURO
Señorías,
La buena noticia es que esta transformación necesaria ya ha comenzado.
Está teniendo lugar en el Mar del Norte y en el Mar Báltico, donde nuestros Estados miembros han realizado grandes inversiones en energía eólica marina.
Está teniendo lugar en Sicilia, donde, muy pronto, la mayor fábrica de energía solar de Europa producirá la última generación de paneles solares.
Y está teniendo lugar en el norte de Alemania, donde los trenes regionales ya circulan con hidrógeno verde.
El hidrógeno puede marcar un antes y un después para Europa.
Tenemos que pasar del nicho de mercado al mercado masivo del hidrógeno.
Con REPowerEU, hemos duplicado nuestro objetivo: queremos producir diez millones de toneladas de hidrógeno renovable en la Unión Europea cada año de aquí a 2030.
Para conseguirlo, tenemos que crear un facilitador del mercado del hidrógeno que colme el déficit de inversión y conecte la oferta y la demanda futuras.
Por ello, puedo anunciar hoy que crearemos un nuevo Banco Europeo del Hidrógeno.
Este banco contribuirá a garantizar la compra de hidrógeno, en particular utilizando los recursos del Fondo de Innovación.
Podrá invertir 3 000 millones de euros para ayudar a construir el futuro mercado del hidrógeno.
Así se construye la economía del futuro.
Así es el Pacto Verde Europeo.
Y, en los últimos meses, todos hemos sido testigos de la importancia del Pacto Verde Europeo.
El verano de 2022 no se nos olvidará fácilmente. Todos hemos visto los ríos secos, los bosques incendiados y el calor extremo.
Y la situación es aún más grave. Hasta la fecha, los glaciares de los Alpes servían de reserva de emergencia para ríos como el Rin o el Ródano.
Sin embargo, debido a que los glaciares de Europa se están deshelando más rápido que nunca, las futuras sequías serán mucho más graves.
Tenemos que trabajar sin descanso en la adaptación al cambio climático y convertir la naturaleza en nuestro primer aliado.
Por ese motivo, nuestra Unión abogará por un acuerdo mundial ambicioso, en favor de la naturaleza, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad que se celebrará este año en Montreal.
Lo mismo ocurrirá en la COP27 que se celebrará en Sharm el-Sheij.
Pero, a corto plazo, también debemos estar mejor equipados para hacer frente al cambio climático.
Ningún país puede luchar por sí solo contra los fenómenos meteorológicos extremos y sus fuerzas destructivas.
Este verano hemos enviado aviones de Grecia, Suecia o Italia para luchar contra incendios registrados en Francia y Alemania.
Sin embargo, dado que estos acontecimientos son cada vez más frecuentes e intensos, Europa necesitará incrementar su capacidad.
Por ello, hoy anuncio que el próximo año duplicaremos nuestra capacidad de extinción de incendios.
La Unión Europea comprará diez aviones anfibios ligeros y tres helicópteros adicionales para completar nuestra flota.
Así es la solidaridad europea en acción.
Señorías,
Los últimos años han demostrado todo lo que puede lograr Europa cuando está unida.
Tras una pandemia sin precedentes, nuestra producción económica superó los niveles anteriores a la crisis en un tiempo récord.
Pasamos de no tener vacunas a garantizar más de 4 000 millones de dosis para los europeos y para el mundo.
Y, en un tiempo récord, creamos el instrumento SURE para que los trabajadores pudieran mantener sus puestos de trabajo aunque sus empresas se hubieran quedado sin actividad.
Nos encontrábamos en la recesión más profunda desde la Segunda Guerra Mundial
y logramos la recuperación más rápida desde el boom de la posguerra.
Y ello fue posible porque todos nos reunimos en torno a un plan de recuperación común.
NextGenerationEU ha supuesto un impulso para la confianza de nuestra economía.
Y su travesía no ha hecho más que empezar.
Hasta la fecha, se han desembolsado 100 000 millones de euros a los Estados miembros. Esto significa que hay 700 000 millones de euros que aún no han aterrizado en nuestra economía.
A fin de mantener el empleo y el crecimiento, NextGenerationEU garantizará un flujo de inversión constante.
Significará un alivio para nuestra economía pero, sobre todo, significará una renovación.
NextGenerationEU está financiando nuevas turbinas eólicas y parques solares, trenes de alta velocidad y renovaciones que ahorrarán energía.
Diseñamos NextGenerationEU hace casi dos años y, sin embargo, a fecha de hoy, sigue siendo exactamente lo que Europa necesita.
Por lo tanto, ciñámonos al plan.
Llevemos el dinero al terreno.
Señorías,
El futuro de nuestros hijos necesita tanto que invirtamos en sostenibilidad como que lo hagamos de manera sostenible.
Tenemos que financiar la transición hacia una economía digital y con cero emisiones netas.
Y, a pesar de ello, también tenemos que reconocer una nueva realidad caracterizada por una mayor deuda pública.
Necesitamos unas normas presupuestarias que permitan la inversión estratégica y que salvaguarden, al mismo tiempo, la sostenibilidad presupuestaria.
Unas normas adecuadas para los retos de esta década.
En octubre presentaremos nuevas ideas para nuestra gobernanza económica.
Pero permítanme compartir con ustedes algunos principios básicos.
Los Estados miembros deben tener más flexibilidad en sus sendas de reducción de la deuda.
Sin embargo, debe existir una mayor responsabilidad en cuanto al cumplimiento de lo que se haya acordado.
Deben establecerse normas más sencillas que todos puedan seguir.
Para abrir el espacio a la inversión estratégica y otorgar a los mercados financieros la confianza que necesitan.
Tracemos el curso juntos hacia el futuro una vez más.
Con mayor libertad para invertir. Con un mayor control de los avances.
Con una mayor implicación por parte de los Estados miembros. Y con mejores resultados para los ciudadanos.
Volvamos a descubrir el espíritu de Maastricht: la estabilidad y el crecimiento solo pueden ir de la mano.
Señorías,
En estos momentos en que nos embarcamos en esta transición de nuestra economía, debemos confiar en los valores perennes de nuestra economía social de mercado.
Es la sencilla idea de que la mayor fuerza de Europa reside en todos y cada uno de nosotros.
Nuestra economía social de mercado nos anima a todos a superarnos, pero también nos recuerda nuestra fragilidad como seres humanos.
Recompensa el rendimiento y garantiza la protección. Ofrece oportunidades, pero también fija límites.
Todo ello es, hoy en día, aún más necesario.
Porque la fortaleza de nuestra economía social de mercado impulsará la doble transición ecológica y digital.
Necesitamos un entorno empresarial propicio, una mano de obra con las capacidades adecuadas, así como el acceso a las materias primas que requiere nuestra industria.
Nuestra competitividad futura depende de ello.
Debemos eliminar los obstáculos que siguen lastrando a nuestras pequeñas empresas.
Las pequeñas empresas deben ocupar un lugar central en esta transformación, ya que constituyen la columna vertebral de la larga historia de logros industriales de Europa.
Y siempre han puesto por delante a sus empleados, incluso, y especialmente, en tiempos de crisis.
Pero la inflación y la incertidumbre están pesando sobre ellas de manera especial.
Por ello, presentaremos un paquete de ayuda a las pymes.
Este paquete incluirá una propuesta con el objetivo de establecer un conjunto único de normas fiscales para la actividad empresarial en Europa: lo denominamos BEFIT.
Estas normas facilitarán la actividad empresarial en nuestra Unión. La reducción de la burocracia permitirá un mejor acceso a un mercado continental dinámico.
Y revisaremos la Directiva sobre morosidad – sencillamente porque no es justo que una de cada cuatro quiebras se deba a las facturas impagadas.
Para millones de empresas familiares, esta revisión será un balón de oxígeno en tiempos turbulentos.
La escasez de recursos humanos supone otro reto para las empresas europeas.
El número de desempleados es más bajo que nunca.
Eso es bueno.
Pero al mismo tiempo, el número de puestos vacantes se sitúa en niveles récord.
Ya sean conductores de camión, camareros o personal de aeropuerto.
Ya sean enfermeros, ingenieras o técnicas informáticas.
Desde el personal no cualificado hasta el que posee un título universitario, ¡Europa necesita a todo el mundo!
Por lo tanto, tenemos que invertir mucho más en formación y formación continua.
Para ello, queremos colaborar estrechamente con las empresas.
Porque ellas son las que mejor saben qué profesionales necesitan hoy y qué profesionales necesitarán mañana.
Y tenemos que conciliar mejor estas necesidades con los objetivos y deseos de los propios solicitantes de empleo en lo que respecta a su trayectoria profesional.
También queremos atraer de forma específica a profesionales especializados del extranjero que fortalezcan las empresas e impulsen el crecimiento en Europa.
Un primer paso importante es mejorar y acelerar el reconocimiento de sus cualificaciones en Europa.
Porque Europa debe ser más atractiva para quienes tienen capacidades y quieren implicarse.
Por eso propongo que 2023 sea el Año Europeo de la Formación y sobre todo de la Formación Continua.
Señorías:
Paso a mi tercer punto relativo a nuestra clase media y nuestra industria.
Independientemente de si hablamos de chips a medida para la realidad virtual o de células de almacenamiento para instalaciones solares, el acceso a las materias primas es decisivo para el éxito de nuestra transformación hacia una economía sostenible y digital.
El litio y las tierras raras pronto serán más importantes que el petróleo y el gas.
Solo nuestra demanda de tierras raras se multiplicará por cinco de aquí a 2030.
Y eso es una buena señal.
Muestra el ritmo al que avanza nuestro Pacto Verde Europeo.
El único problema es que actualmente un solo país controla casi todo el mercado.
Debemos evitar caer de nuevo en una situación de dependencia, como en el caso del petróleo y del gas.
Aquí entra en juego nuestra política comercial.
Las nuevas asociaciones nos ayudan no solo a fortalecer nuestra economía, sino también a promover nuestros intereses y valores a escala mundial.
Con socios afines podemos también garantizar unos estándares laborales y medioambientales más allá de nuestras fronteras.
Ante todo, debemos renovar nuestras relaciones con estos socios y con las principales regiones en crecimiento.
Por eso presentaré para su ratificación los acuerdos con Chile, México y Nueva Zelanda.
Y estamos impulsando las negociaciones con socios importantes como Australia y la India.
Sin embargo, asegurar los suministros no es más que el primer paso.
El procesamiento de estos metales es igual de esencial.
En la actualidad, China controla la industria transformadora mundial. Casi el 90 % de las tierras raras y el 60 % del litio se procesan en China.
Definiremos proyectos estratégicos a lo largo de toda la cadena de suministro, desde la extracción hasta el refinado, desde la transformación hasta el reciclado. Y crearemos reservas estratégicas allí donde el suministro esté en peligro.
Por eso, hoy anuncio una Ley Europea de Materias Primas Fundamentales.
Sabemos que este enfoque puede funcionar.
Hace cinco años, Europa puso en marcha la Alianza de Baterías. Pronto, dos tercios de las baterías que necesitamos se producirán en Europa.
El año pasado anuncié la Ley Europea de Chips. Y la primera gigafábrica de chips entrará en funcionamiento en los próximos meses.
Ahora tenemos que reproducir este éxito.
Esta es también la razón por la que aumentaremos nuestra participación financiera en proyectos importantes de interés común europeo.
Y para el futuro, impulsaré la creación de un nuevo Fondo para la Soberanía Europea.
Hagamos todo lo necesario para que la industria del futuro sea «made in Europe».
DEFENSA DE NUESTRA DEMOCRACIA
Señorías:
Al analizar el estado del mundo hoy en día, a menudo puede parecer que se está desvaneciendo lo que antes parecía absolutamente permanente.
Y de alguna manera, el fallecimiento de la reina Isabel II la semana pasada nos lo recordó.
Es toda una leyenda.
Fue una constante a lo largo de todos los acontecimientos turbulentos que transformaron el mundo en los últimos 70 años.
Estoica y firme en el servicio prestado.
Pero sobre todo, siempre encontraba las palabras adecuadas para cada ocasión.
Desde los llamamientos que hizo a los evacuados de guerra en 1940 hasta su discurso histórico durante la pandemia.
No solo se dirigía al corazón de su nación, sino también al alma de todo el mundo.
Y cuando pienso en la situación en la que nos encontramos ahora, sigo teniendo presentes las palabras que pronunció en el punto álgido de la pandemia.
Esto fue lo que dijo: «Lo conseguiremos, y ese logro será mérito de cada uno de nosotros».
Siempre nos recordó que nuestro futuro se basa en nuevas ideas y se fundamenta en nuestros valores más antiguos.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hemos trabajado para hacer realidad la promesa de la democracia y del Estado de Derecho.
Las naciones del mundo han creado conjuntamente un sistema internacional que promueve la paz y la seguridad, la justicia y el progreso económico.
Hoy, eso es lo que está precisamente en el punto de mira de los misiles rusos.
Lo que hemos visto en las calles de Bucha, en los campos de cereales calcinados, y ahora a las puertas de la mayor central nuclear de Ucrania, no es solo una vulneración de las normas internacionales.
Es un intento deliberado de desecharlas.
Este hito en la política mundial requiere un replanteamiento de nuestra agenda de política exterior.
Es el momento de invertir en el poder de las democracias.
Esta labor comienza con el núcleo de nuestros socios afines: nuestros amigos de cada una de las naciones democráticas de este mundo.
Vemos el mundo con los mismos ojos. Y debemos movilizar nuestra fuerza colectiva para configurar el acervo mundial.
Debemos esforzarnos por ampliar este núcleo de democracias. La manera más inmediata de hacerlo es estrechar nuestros lazos y reforzar las democracias de nuestro continente.
Esta labor comienza con los países que ya están en la senda que conduce hacia nuestra Unión.
Debemos estar a su lado en cada uno de los pasos del camino.
Porque la senda que lleva a conseguir democracias sólidas y la senda que conduce hacia nuestra Unión son exactamente la misma.
Así que quiero que los ciudadanos de los Balcanes Occidentales, de Ucrania, de Moldavia y de Georgia sepan lo siguiente:
Formáis parte de nuestra familia, vuestro futuro está en nuestra Unión, y nuestra Unión no está completa sin vosotros.
También hemos visto que es necesario tender puentes a los países de Europa, más allá del proceso de adhesión.
Por eso apoyo el llamamiento en favor de una comunidad política europea, y presentaremos nuestras ideas al Consejo Europeo.
Pero nuestro futuro también depende de nuestra capacidad para establecer lazos más allá del núcleo de nuestros socios democráticos.
Los países, tanto los más cercanos como los más lejanos, comparten el interés de trabajar con nosotros en los grandes retos de este siglo, como el cambio climático y la digitalización.
Esta es la idea principal que subyace a la estrategia Global Gateway, el plan de inversiones que anuncié aquí mismo hace un año.
Ya está dando resultados sobre el terreno.
Estamos construyendo con nuestros socios africanos dos fábricas en Ruanda y Senegal para producir vacunas de ARNm.
Se fabricarán en África, para África, con tecnología de categoría mundial.
Y ahora estamos reproduciendo este modelo en toda América Latina en el marco de una estrategia de colaboración más amplia.
Esto requiere inversiones a escala mundial.
Para conseguirlo, colaboraremos con nuestros amigos de los Estados Unidos y con otros socios del G7.
En este sentido, el presidente Biden y yo convocaremos una reunión de dirigentes para revisar y anunciar proyectos concretos.
Señorías:
Esto forma parte de nuestra labor de fortalecimiento de nuestras democracias.
Pero no debemos perder de vista hasta qué punto los autócratas extranjeros tienen a nuestros países en el punto de mira.
Algunas entidades extranjeras están financiando instituciones que menoscaban nuestros valores.
Su desinformación se está propagando desde internet hasta nuestras universidades.
Este año, la Universidad de Ámsterdam cerró un centro de investigación supuestamente independiente, financiado en realidad por entidades chinas. Este centro publicaba supuestas investigaciones sobre derechos humanos, desechando como «rumores» las pruebas de la existencia de campos de trabajo forzoso para uigures.
Estas mentiras son tóxicas para nuestras democracias.
No nos olvidemos: hemos aprobado legislación para controlar la inversión extranjera directa en nuestras empresas por cuestiones de seguridad.
Si lo hacemos por nuestra economía, ¿no deberíamos hacer lo mismo por nuestros valores?
Tenemos que protegernos mejor de las injerencias malintencionadas.
Esta es la razón por la que presentaremos un paquete de defensa de la democracia.
Esta iniciativa sacará a la luz la influencia extranjera encubierta y la financiación turbia.
No permitiremos que ningún caballo de Troya de ninguna autocracia ataque nuestras democracias desde dentro.
Durante más de setenta años, nuestro continente ha avanzado hacia la democracia. Pero los beneficios de nuestro largo viaje no están garantizados.
Muchos de nosotros hemos dado por sentada la democracia durante demasiado tiempo. Sobre todo aquellos que, como yo, nunca han experimentado lo que significa vivir bajo el yugo de un régimen autoritario.
Hoy todos somos conscientes de que debemos luchar por nuestras democracias. Todos los días.
Debemos protegerlas tanto de las amenazas externas a las que se enfrentan como de los vicios que las corroen desde dentro.
La protección del Estado de Derecho es el deber y la misión más noble de mi Comisión.
Por lo tanto, permítanme asegurarles esto: seguiremos insistiendo en la independencia judicial.
Y también protegeremos nuestro presupuesto a través del mecanismo de condicionalidad.
Pero hoy me gustaría centrarme en la corrupción, en todas sus vertientes. La de los agentes extranjeros que intentan influir en nuestro sistema político. La de las empresas turbias o las fundaciones que abusan del dinero público.
Si queremos resultar creíbles cuando pedimos a los países candidatos que refuercen sus democracias, también debemos erradicar la corrupción en casa.
Por ello, durante el próximo año, la Comisión presentará medidas para actualizar nuestro marco legislativo de lucha contra la corrupción.
Reforzaremos las normas aplicables a delitos tales como el enriquecimiento ilícito, el tráfico de influencias y el abuso de poder, más allá de los delitos más clásicos, como el de soborno.
Y también propondremos incluir la corrupción en nuestro régimen de sanciones en materia de derechos humanos, nuestra nueva herramienta para proteger nuestros valores en el extranjero.
La corrupción erosiona la confianza en nuestras instituciones. Por lo tanto, debemos luchar con toda la fuerza de la ley.
Señorías:
Nuestros fundadores solo pretendían poner la primera piedra de esa democracia.
Siempre pensaron que las generaciones futuras completarían su trabajo.
«La democracia no ha pasado de moda, pero debe actualizarse para seguir mejorando la vida de las personas».
Estas son las palabras de David Sassoli, un gran europeo a quien todos rendimos homenaje hoy.
David Sassoli pensaba que Europa debía buscar siempre nuevos horizontes.
Y a través de las adversidades de los últimos tiempos hemos empezado a ver cuál podría ser nuestro nuevo horizonte.
Una Unión más valiente.
Más próxima a sus ciudadanos en tiempos de necesidad.
Más audaz a la hora de responder a los retos históricos y a las preocupaciones cotidianas de los europeos. Y capaz de caminar a su lado cuando se enfrentan a las grandes pruebas de la vida.
Esta es la razón por la que la Conferencia sobre el Futuro de Europa fue tan importante.
Fue un atisbo de un tipo diferente de participación ciudadana que va mucho más allá de una jornada electoral.
Europa ya ha escuchado la voz de sus ciudadanos: ahora toca actuar.
Los paneles de ciudadanos que constituyeron el núcleo de la Conferencia serán a partir de ahora un elemento corriente de nuestra vida democrática.
Y en la carta de intenciones que he enviado hoy a la presidenta Metsola y al primer ministro Fiala he esbozado una serie de propuestas para el próximo año que se derivan de las conclusiones de la Conferencia.
Incluyen, por ejemplo, una nueva iniciativa sobre salud mental.
Debemos cuidar mejor los unos de los otros. Y para las muchas personas que se sienten ansiosas y perdidas, un apoyo adecuado, accesible y asequible puede marcar la diferencia.
Señorías:
Las instituciones democráticas deben ganarse constantemente la confianza de los ciudadanos.
Debemos estar a la altura de los nuevos retos que la Historia nos sigue planteando.
Como lo hicieron los europeos cuando millones de ucranianos llamaron a su puerta.
Esta es la mejor cara de Europa.
Una Unión de determinación y solidaridad.
Sin embargo, esa determinación y ese afán de solidaridad siguen faltando en nuestro debate sobre la migración.
Nuestras acciones en favor de los refugiados ucranianos no deben ser una excepción. Pueden ser nuestro modelo para el futuro.
Necesitamos procedimientos justos y rápidos, un sistema a prueba de crisis y que pueda desplegarse rápidamente, y un mecanismo permanente y jurídicamente vinculante que garantice la solidaridad.
Al mismo tiempo, necesitamos un control efectivo de nuestras fronteras exteriores, sin menoscabo del respeto de los derechos fundamentales.
Quiero una Europa que gestione la migración con dignidad y respeto.
Quiero una Europa en la que todos los Estados miembros asuman la responsabilidad de los retos que compartimos.
Y quiero una Europa que muestre su solidaridad con todos los Estados miembros.
Hemos avanzado en el Pacto y ya disponemos de la hoja de ruta. Lo que necesitamos ahora es la voluntad política necesaria.
Señorías:
Hace tres semanas tuve la increíble oportunidad de unirme a los 1 500 jóvenes de toda Europa y del mundo que se dieron cita en Taizé.
Tienen puntos de vista diferentes, proceden de distintos países, tienen orígenes diferentes y hablan diferentes idiomas.
Sin embargo, hay algo que los conecta.
Comparten un conjunto de valores e ideales.
Creen en esos valores.
Todos ellos se sienten apasionados por algo más grande que ellos mismos.
Esta generación es una generación de soñadores, pero también de realizadores.
En mi último discurso sobre el estado de la Unión, les dije que me gustaría que Europa fuera más parecida a estos jóvenes.
Debemos situar sus aspiraciones en el centro de todo lo que hacemos.
Y el lugar para ello se encuentra en nuestros Tratados constitutivos.
Todas las acciones que adopte nuestra Unión deben inspirarse en un principio sencillo.
El de que no debemos arruinar el futuro de nuestros hijos.
El de que debemos conseguir que el mundo que dejamos a la próxima generación sea un lugar mejor.
Y, por lo tanto, Señorías, creo que ha llegado el momento de consagrar la solidaridad entre generaciones en nuestros Tratados.
Ha llegado el momento de renovar la promesa europea.
Y también tenemos que mejorar la manera en que hacemos y decidimos las cosas.
Algunos podrían decir que no es el momento adecuado. Pero, si vamos en serio cuando hablamos de prepararnos para el mundo de mañana, debemos ser capaces de actuar con respecto a las cosas que más importan a los ciudadanos.
E igual que nos tomamos en serio la perspectiva de una unión más amplia, también tenemos que tomarnos en serio la necesidad de una reforma.
Así, tal y como ha preconizado este Parlamento, creo que ha llegado el momento de celebrar una Convención Europea.
CONCLUSIÓN
Señorías:
Se dice que la luz es más brillante en la oscuridad.
Y así fue indudablemente para las mujeres y los niños que huyeron de las bombas rusas.
Huyeron de un país en guerra con el corazón lleno de tristeza por lo que dejaban atrás, y de temor por lo que acaso les esperaba.
Pero fueron recibidos con los brazos abiertos. Por muchos ciudadanos, como Magdalena y Agnieszka. Dos mujeres jóvenes y altruistas de Polonia.
Tan pronto como oyeron hablar de trenes llenos de refugiados, estas dos mujeres corrieron a la Estación Central de Varsovia.
Y empezaron a organizarse.
Instalaron una tienda para ayudar al mayor número posible de personas.
Se pusieron en contacto con las cadenas alimentarias de los supermercados y con las autoridades locales para organizar el traslado en autobuses a centros de acogida.
En cuestión de días, reunieron a 3 000 voluntarios para acoger a los refugiados a través de un servicio de asistencia activo las 24 horas del día.
Señorías:
Magdalena y Agnieszka están hoy aquí con nosotros.
Dediquémosles un fuerte aplauso. A ellas y a todos y cada uno de los europeos que abrieron sus corazones y sus hogares.
Su historia se refiere a todo lo que nuestra Unión defiende y se esfuerza en lograr.
Es una historia de corazón, carácter y solidaridad.
Una historia que demuestra lo que los europeos podemos conseguir cuando nos unimos en torno a una misión común.
Este es el espíritu de Europa.
Una Unión que se mantiene fuerte y unida.
Una Unión cuyo éxito nace de su unidad.
Larga vida a Europa.